¿Qué leía Hitler, autor del Holocausto?: de ‘El Quijote’ a la magia negra

20/Sep/2018

El Español

¿Qué leía Hitler, autor del Holocausto?: de ‘El Quijote’ a la magia negra

Para exterminar ideas, echar a arder los
libros. El 10 de mayo de 1933, miembros organizados del partido nazi quemaron
públicamente los tomos de los autores condenados al ostracismo para reventar el
“espíritu antialemán” de judíos, marxistas, pacifistas y otros opositores al
régimen. Hitler fue a degüello contra aquellos libros que cuestionasen o
derribasen sus teorías exterminadoras, y a menudo se le tacha de analfabeto,
pero no despreció todo el grueso de la literatura: lo cierto es que el cruento
dictador construyó sus crímenes en base a una biblioteca estimada en 1.600
volúmenes. Le inspiraron desde las predicciones de Nostradamus hasta el
mismísimo William Shakespeare. Aquí algunos de sus autores y obras de cabecera:
1. Los clásicos
El tirano leía con entusiasmo Los viajes de
Gulliver, Robinson Crusoe y Don Quijote. A sus ojos eran “las mejores novelas
del mundo”. “Cada uno de ellos constituye en sí mismo una idea grandiosa”. En
Crusoe encontró “la evolución de toda la historia de la humanidad” y en Don
Quijote veía “el final de una época” retratada con “ingenio”. Ojo a su
predilección por Shakespeare: lo consideraba “superior a Goethe y a Schiller”,
porque su literatura, a sus ojos, había alimentado la política del Imperio
Británico, mientras que los otros dos autores se habían entretenido en
historias más nimias y dedicadas a angustias personales. En su biblioteca
atesoraba Como gustéis, Noche de reyes, Hamlet y Triolo y Crecida.
2. Karl May, autor de cabecera
Aquí el autor best-seller favorito del
dictador. May fue un exitoso -pero superficial- escritor de novelas del oeste
que triunfó en los años treinta. Sus obras llenaban las estanterías de Hitler.
Cuentan que, en mitad de la guerra, reprochaba a sus generales su escasa
imaginación y les instaba a leer a May. El primer libro que leyó de él fue
Ladrones del desierto.
3. Henry Ford
De Ford bebió El judío internacional: el
principal problema del mundo, un tratado antisemita que criticaba el control
que presuntamente ejercían las mafias judías sobre la economía mundial, los
medios de comunicación y la cultura. La obra, dividida en seis tomos, aseguraba
que el plan de los judíos era dominar el mundo e implantar el sionismo.
Presentaba a los judíos como seres desleales, desalmados y ambiciosos que
movían subterráneamente los hilos de todos los problemas de Europa.
4. Henrik Ibsen
Ibsen ha resucitado ahora en el Teatro del
Barrio con Un enemigo del pueblo, pero también inspiró a Hitler con su obra
Peer Gynt. El protagonista es un aldeano atrevido y avaricioso que sueña con
ser influyente y hacerse rico.
5. Tratados químicos
Hitler también masticó un tratado de 1932
sobre la guerra química. El tomo alababa las bondades del gas venenoso,
incluido del ácido prúsico, que fue empleado en los campos de exterminio.
6. Paul de Lagarde
Lagarde fue un representante del
antisemitismo moderno e inspiró la doctrina nacionalsocialista. Parió Escritos
alemanes y deslizó ideas como la construcción de una Europa central bajo el
dominio germánico, el deseo de un cristianismo limpio de sus “elementos judíos”
y la propuesta de un “espacio vital” en el Este.
7. Ocultismo y magia negra
Lo más curioso de su biblioteca fueron los
libros que trataban sobre temas de ocultismo. Ahí Worte Christi, Palabra de
Cristo, que le confirmó a sí mismo como su propio dos: “Muchos son los
llamados, pero pocos los elegidos”, rezaba el tomo. “Dios y yo somos uno”,
extrajo también de la obra de Johann Gottlieb Fichte. Le fascinaban las
predicciones de Nostradamus. Uno de sus autores favoritos fue Ernst Schertel,
rey del satanismo, parapsicología y sadomasoquismo. Aquí un lema de Schertel:
“Aquel que no lleva semillas demoníacas dentro, nunca dará a luz un mundo
nuevo”.